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Canserbero: 5 años de (In)justicia mediática.

Actualizado: 26 jun 2020


A 5 años y 5 meses de la muerte del artista venezolano de género urbano, Canserbero, quién fue incriminado por los medios de comunicación de su país, como “Esquizofrénico”, “Asesino “y “Suicida”, cuando ni la patología ni las acusaciones, tienen peso verídico en un caso que sigue abierto para la justicia.

 

Tyrone González, conocido musicalmente como “Canserbero”, murió de una caída de un décimo piso.

 

Los periodistas de medios de comunicación venezolanos y latinoamericanos, han faltado a su ética periodística tras la muerte del entonces rapero de 26 años, Canserbero, violando derechos constitutivos que aún le corresponden en su muerte.


Re-significaremos cómo podría haberse tratado mediáticamente la noticia, desde los códigos deontológicos periodísticos y según ideas de autores abocados a la ética de este medio.

 
 

La muerte de Canserbero.

 

El 20 de enero de 2015 por la madrugada de Maracay (Venezuela), Canserbero fue hallado muerto tras una caída del décimo piso del edificio donde vivía junto a quién denominaba su mejor amigo, Carlos Molnar, que valga la redundancia, se encontraba muerto en el interior del hogar con 12 puñaladas en la espalda.


Los medios rápidamente salieron a comunicar que Canserbero apuñaló a su amigo, y acto seguido, se suicidó tirándose por la ventana del departamento.

 

El Juicio Mediático.

 

Los argumentos principales por el que los medios explicaron las actitudes asesinas y suicidas del músico, fueron gracias a las declaraciones de distintos integrantes de la familia de la novia de Carlos Molnar (víctima apuñalada), quiénes declararon que Canserbero sufría de “Esquizofrenia”, de “Depresión” y de brotes “Psicóticos”.


La novia de la víctima asesinada, estuvo presente en la escena de los hechos, pero según la versión del hermano, se encerró en un cuarto sin escuchar ni ver nada de los hechos.

“Canserbero Toca la puerta de la habitación, Carlos Molnar se levanta y va hablar con él. Mi hermana lo ve en un estado alterado(...) lo ve en una situación psicótica. Estaba como alucinando. No sé qué tenía exactamente, pero tenía un problema emocional” (…) “Al salir de su habitación (su hermana), ve a su esposo muerto y sale corriendo para afuera y una vecina le dice “Mira, se lanzó (Canserbero) por la ventana” (Guillermo Améstica)

Estos dichos como el de otros terceros, fueron suficientes para adjudicar mediáticamente que lo que ocurrió, fue producido no por los “presuntos problemas mentales” del “Principal acusado”, sino por el depresivo, esquizofrénico; asesino y suicida de Canserbero.


 

Cuestión de Ética.

 

En un primer lugar, con la difusión mediática de las declaraciones de un allegado de una de las víctimas y sin información periodística que respalde las patologías y las actitudes homicidas y suicidas del rapero bolivariano, se violan parte de los principios del Código Internacional de Ética Periodística de la UNESCO (del 1º al 6º) en el tratamiento periodístico de la muerte de Canserbero, que en resumidas cuentas, refieren sobre el derecho que tiene el pueblo a la información verdadera y la responsabilidad social del periodista de proporcionarle al pueblo, información creíble y que no viole ningún derecho constitucional hacía los protagonistas que participan de las mismas informaciones.


Como si fuera poco la violación a la Ética sancionada por la UNESCO, comparando este tratamiento periodístico con las “10 recomendaciones para un tratamiento periodístico responsable de las noticias policiales” que emitió la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina, se ve omitido el primero de los principios de privilegiar el respeto a la persona y sus garantías, ya que al adjudicar como “Asesino” y “Suicida” a Tyrone González (Canserbero), se realiza una lesión al “principio de presunción de inocencia” al enjuiciar mediáticamente a una persona antes de que lo haga el Poder Judicial dictando “la efectiva demostración de éstos”.


La autora Madeline Arnaud, nos simboliza la importancia de qué acontecimiento comunicar y el modo en qué se comunica para un periodista, tienen que regirse según los principios de “la lealtad a la compañía o medio donde trabaja, su responsabilidad con la sociedad, el respeto por la carrera que ejerce y por quienes reciben su trabajo, su moral como persona, ya que será algo con lo que va a con vivir todos los días”.


Mónica González (2018), completando la cita de M. Arnaud, es quién nos dice que es la Ética periodistica la que debe generar “alertas para no caer en la trampa de un testimonio que nos abre el camino fácil de un escándalo mediático.”


Si los periodistas que comunicaron sobre la noticia de la muerte de Canserbero, se hubieran guiado por los principios éticos expuestos, obtendrían “una imagen de mayor credibilidad, para reconstruir el sentido de sociedad que tanto se ha perdido y poder instruirla en valores”, y así “ofrecer el mejor producto a los lectores dándoles el valor y respeto que merecen” siendo “una necesidad que amerita la sociedad”.


La falta de ética periodística dejó en evidencia a distintos periodistas, debido a la discriminación que sufrió Canserbero por “supuestas” condiciones neurológicas, que los medios adjudicaron como el principal motivo del asesinato y del suicidio.

 
 

El show debe continuar.

 

El 5ª principio de la guía para tratar casos policiales, nos afirma que los medios tienden a focalizar en “detalles” de las personas implicadas “que no contribuyen a la construcción de información socialmente relevante” y de forma contraproducente, generan “una estereotipación”, una construcción mediática de un personaje generalizado, ejemplo, un rapero enfermo con problemas mentales y emocionales, que intrínsecamente es, asesino y suicida.


A este quinto principio quebrantado, el autor Gabriel Jaíme Pérez, argumenta la existencia de una retroalimentación entre el periodismo “sensacionalista” y un público morboso “basado en la competencia por lograr el mayor y más anticipado impacto sobre el público consumidor de noticias mercancía.”. Entre la lucha por el rating, se encuentra la difamación de la imagen de una persona muerta, que mediáticamente es estereotipada.


Además, ¿Cómo podrían haberse abordado estas “supuestas” enfermedades de Canserbero?, por ejemplo, cómo lo define la “Guía Para el Tratamiento Mediático Responsable de la Salud Mental” en los primero apartados, distinguiendo la parte “policial”, en este caso el homicidio, de la parte correspondiente a la “salud mental”, patologías neurológicas y “presunto” suicidio.

No, uniendo ambas partes para estereotipar a una persona y tergiversar el tratamiento sobre una cuestión como son los suicidios.

 

Dinámica Noticiosa.

 

El primo de Canserbero, comunicador social, dio un comunicado junto a su familia, donde desmintió cualquiera de las condiciones neurológicas que los medios de comunicación adjudicaron al fallecido, además de resaltar, el tratamiento anti-ético de la noticia por parte de los medios.


“Los medios han dicho, en reiteradas oportunidades, que Canserbero sufría de “Esquizofrenia”, sufría de “Depresión contante”, queremos decir aquí, en nombre de la familia (…) que eso es totalmente falso (…) yo como periodista lo digo, nos pesa mucho que nos dejemos llevar por la primera persona que nos da la información. Sabemos qué no somos todos culpables, pero la dinámica noticiosa, a veces nos lleva a esa situación. Entonces queremos hacer un llamado, a limpiar la imagen de este artista que se nos fue”. (Carlos Zambrano)


Hay 2 aspectos que el comunicador, marca en el tratamiento de la noticia que son para profundizar.


El 7º de los principios sobre los Casos Policiales, aconseja darles un lugar a las declaraciones de los allegados de una víctima, pero no reproducirlas como si fuera la opinión de una persona especializada en el ámbito judicial. Esto genera la difusión de cualquier afirmación, con el fin de tener la primicia sin chequear la información. Es por ello, que este principio aclara que debe jerarquizarse “el testimonio directo de los funcionarios que trabajan en el caso, la lectura de expedientes y sentencias y la cobertura de los juicios orales” que deben ser “accesibles al entendimiento de las audiencias”.


Gabriel J. Pérez, de acuerdo con las declaraciones de lo que el primo de Canserbero definió con dolor que los periodistas hayan difundido las afirmaciones de un tercero para obtener una primicia, argumenta que los periodistas tienen que ser capaces de “saber discernir si esas revelaciones personales son de verdadero interés para el bien del público al que se informa”, en este caso, no era para un “bien público“ que se difundiese información de Canserbero desde una persona que no es especializa en temas de salud o ni en cuestiones judiciales o policiales, y son los periodistas, quiénes deben realizar la filtración y comprobación de la información.

 

Conclusión.

 

Si hasta aquí hemos tenido una crítica del abordaje de los medios en el tratamiento sobre esta noticia, ni hablar de la adjetivación de “Asesino”, cuando el arma homicida no se encontró, ni el cuerpo del fallecido Tyrone González (Canserbero) tenía sangre de a quién, según los medios, apuñaló 12 veces, ni tampoco se comprende cómo desaparecieron de la escena de los hechos, los restos del vidrio de la ventana que tuvo que romper el músico para tirarse del edificio.


Por algunas de estas incógnitas es que el “Caso Canserbero” sigue abierto para el Poder Judicial: sin sentencia y sin culpables. Mientras tanto, para los medios de comunicación, fue un acontecimiento que desde el primer telediario, difamó la imagen de un artista que siempre criticó el poder que los medios poseen sobre las masas.



 

Por: Sebastián Suárez.

 

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